En relación al cáncer, el término curación se aplica cuando ha transcurrido un tiempo libre de enfermedad que los expertos establecen en general en cinco años desde el momento del diagnóstico. Sin embargo, ello no impide que puedan producirse recaídas, aunque el pronóstico global en los últimos años ha mejorado de forma considerable y se presume que seguirá esta tendencia en el futuro.
Hay algunos factores que pueden determinar que un cáncer sea curable. El primero de ellos es la posibilidad de que pueda ser detectado en sus fases iniciales, es decir, lo que en Medicina se conoce como diagnóstico precoz, lo que no siempre es posible salvo en el caso de unos pocos tipos de cáncer: mama, cuello uterino, colon, próstata o estómago, para los que se dispone de técnicas diagnósticas que ya se aplican de forma rutinaria.
Con toda probabilidad en el futuro sean mayores las opciones de diagnóstico precoz, gracias a los conocimientos adquiridos en relación a los marcadores tumorales y al desarrollo de técnicas analíticas para su detección. Hay que tener en cuenta que, por lo general, el cáncer empieza a producir síntomas cuando ya está muy avanzado
Lo importante, en el caso de los tumores que afectan a tejidos de diferentes órganos, es que el tumor sea lo que los oncólogos denominan tumor localizado, es decir, que solo exista el tumor primario y no haya metástasis. Si es así la cirugía es la mejor opción curativa.
Sin embargo, la cirugía no es posible cuando se trata de un cáncer del sistema linfático o de la sangre, como los linfomas y las leucemias. Pese a ello, con los tratamientos actualmente disponibles existen opciones de curación, entendiendo que ciertos tipos de cáncer son más agresivos que otros.
Lo que también es cierto es que los datos estadísticos más recientes ofrecen una clara tendencia a la disminución de la mortalidad por cáncer, gracias esencialmente a los avances científicos que en los últimos años se han registrado tanto en las técnicas diagnósticas como en los tratamientos.